La figura y
producción de Aníbal Ford, sus trayectorias
y diálogos, puede situarse en el cruce entre su condición de escritor
comprometido, intelectual militante e investigador, en el que se anudó una
producción teórico-académica y una labor política que interpela, desde ayer
hasta hoy, al campo de la comunicación y la cultura en Argentina.
Indagarlo
significa entramarse en un cúmulo relaciones y narraciones: personales,
académicas, editoriales, en las que es posible encontrar las discusiones que
hacen de base al tan mencionado Proyecto Nacional y Popular. Preocupado siempre
por la vinculación entre el periodismo, los medios y las culturas populares de
nuestro país, hizo de la conjunción entre su literatura y sensibilidad
política, una trinchera posible para narrar la realidad social desde los años
sesenta hasta la primera década del siglo XXI.
Con gran
trayectoria en el campo editorial, dirigiendo la primera EUDEBA, el Centro
Editor de América Latina, La Opinión
Cultural, Crisis, Noticias... aprendió lo que un militante
de la política nacional y popular concibe como las contradicciones que hacen
sólidos los deseos de emancipación y construcción de una cultura nacional.
Desde las
oscuridades de la Sociología de Germani logró ingresar al estudio de la
vinculación entre medios de comunicación y cultura popular. Más gramsciano que
althusseriano, pensó a los medios, a las industrias culturales y a sus clases
en la cátedra de Teoría de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales
(UBA), como una oportunidad para tensionar los sentidos de una cultura
internacional hegemónica, y aquella otra que urgía ser escuchada desde sus
márgenes. Comprometida entonces su labor académica con un proyecto popular,
nacional y latinoamericano, sus clases derivaban inevitablemente en asambleas,
que frente a una realidad que se avecinaba crítica, intervino de igual modo
desde ángulos no necesariamente orgánicos.
Aníbal Ford fue parte de una generación que vivió
la cultura popular desde su infancia, marcados por la radio y la emergencia de
la televisión, en un marco de tensiones y debates que vio emerger posteriormente
a un conjunto de intelectuales como Heriberto Muraro, Eliseo Verón, Oscar Steimberg,
Héctor Schmucler, Jorge Rivera y Eduardo Romano, entre otros, que
hicieron de los estudios sobre los medios de comunicación, la política y la
cultura, un intersticio para hacer de la academia, la literatura y las
universidades una nueva lectura que aportara a la recuperación y construcción
de una cultura nacional y popular.
< Seguir leyendo >
La figura y
producción de Aníbal Ford, sus trayectorias
y diálogos, puede situarse en el cruce entre su condición de escritor
comprometido, intelectual militante e investigador, en el que se anudó una
producción teórico-académica y una labor política que interpela, desde ayer
hasta hoy, al campo de la comunicación y la cultura en Argentina.
Indagarlo
significa entramarse en un cúmulo relaciones y narraciones: personales,
académicas, editoriales, en las que es posible encontrar las discusiones que
hacen de base al tan mencionado Proyecto Nacional y Popular. Preocupado siempre
por la vinculación entre el periodismo, los medios y las culturas populares de
nuestro país, hizo de la conjunción entre su literatura y sensibilidad
política, una trinchera posible para narrar la realidad social desde los años
sesenta hasta la primera década del siglo XXI.
Con gran
trayectoria en el campo editorial, dirigiendo la primera EUDEBA, el Centro
Editor de América Latina, La Opinión
Cultural, Crisis, Noticias... aprendió lo que un militante
de la política nacional y popular concibe como las contradicciones que hacen
sólidos los deseos de emancipación y construcción de una cultura nacional.
Desde las
oscuridades de la Sociología de Germani logró ingresar al estudio de la
vinculación entre medios de comunicación y cultura popular. Más gramsciano que
althusseriano, pensó a los medios, a las industrias culturales y a sus clases
en la cátedra de Teoría de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales
(UBA), como una oportunidad para tensionar los sentidos de una cultura
internacional hegemónica, y aquella otra que urgía ser escuchada desde sus
márgenes. Comprometida entonces su labor académica con un proyecto popular,
nacional y latinoamericano, sus clases derivaban inevitablemente en asambleas,
que frente a una realidad que se avecinaba crítica, intervino de igual modo
desde ángulos no necesariamente orgánicos.
Aníbal Ford fue parte de una generación que vivió
la cultura popular desde su infancia, marcados por la radio y la emergencia de
la televisión, en un marco de tensiones y debates que vio emerger posteriormente
a un conjunto de intelectuales como Heriberto Muraro, Eliseo Verón, Oscar Steimberg,
Héctor Schmucler, Jorge Rivera y Eduardo Romano, entre otros, que
hicieron de los estudios sobre los medios de comunicación, la política y la
cultura, un intersticio para hacer de la academia, la literatura y las
universidades una nueva lectura que aportara a la recuperación y construcción
de una cultura nacional y popular.
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